Por: Daniel Donato
Dentro del país la discriminación hacia ciertos grupos de la sociedad se mantiene presente, ya sea por su color de piel, su sexualidad, su condición económica o física; estos prejuicios generados y multiplicados por la gente son transmitidos de generación en generación, lo que ocasiona discursos de odio que terminan siendo replicados hasta por menores.
La discriminación se interpreta como una situación en la que las personas son agredidas y vulneradas. Un ejemplo de ello sería que se considere solo la heterosexualidad como “normal”, cuando existen (y resisten) personas con una orientación sexual diferente y no por haber nacido con gustos diferentes a los tuyos significa algo erróneo. Las consecuencias de la discriminación en nuestra sociedad son: el aislamiento por falta de atención, violencia y en casos muy fuertes se puede llegar a quitar la vida.
Cada una de las personas tenemos el derecho de decidir que hacer con nuestras vidas sin que nadie nos obligue a ser de una forma u otra. Todos y todas somos diferentes, nadie nace siendo igual.
Es de suma importancia, tomar en cuenta los efectos que se dan a conocer por la discriminación en la vida de las personas, pues estos son negativos e incluso relacionados a la perdida de los derechos que como personas tenemos al momento de nacer, y la desigualdad para acceder a ellos.
El trabajo está lejos de estar terminado y todos tenemos un papel que desempeñar. Hay cosas que podemos hacer como individuos, pero también podemos pedir a nuestros líderes que implementen políticas y programas para traer un cambio duradero a nuestras comunidades.

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