Por: Enrique Avila
La masculinidad es un mandato cultural que deriva de una construcción histórica como el Patriarcado, que ordena a los varones a tener atributos, valores, comportamientos y conductas que son “característicos” de su género en una sociedad determinada. Lo “masculino” siempre se ha asociado con la violencia, el dominio y la fuerza; se tiene la idea de que los hombres son los que proveen a la mujer y desde niños les enseñan que deben actuar de acuerdo con los estereotipos.
El investigador Carlos Mejía de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo explica que las nuevas masculinidades están dispuestas a retar el modelo tradicional, renunciar a los privilegios actuales, liberarse de cargas y presiones innecesarias, comprometerse con la igualdad de género y aceptar una corresponsabilidad real en las tareas domésticas y otras actividades asignadas comúnmente a las mujeres; de esta forma se evita esas ideas y visiones que durante cientos de años ha colocado a las mujeres en una posición inferior.

Pero es imposible hablar de una nueva masculinidad, si el varón está en favor de transformar las relaciones de género de manera estructural. Es decir, desde lo político, lo económico, lo cultural. Los hombres asocian así que parte de su identidad de género les da derecho a mandar, como parte de una serie de acciones tendientes a subordinar a sus colegas mujeres. Pero esto también ocurre, cuando se trata de desplegarse como el macho “alfa” del grupo, en tal de dejar claro quién está arriba y quién abajo, quién manda y quién es el dominado.
El problema sería construir un modelo social más justo en donde cada vez haya más hombres dispuestos a redefinir el concepto de masculinidad para impulsar la igualdad y comprometerse con un desarrollo inclusivo. Muchos de estos cambios han sido posibles gracias a los movimientos sociales como las marchas de mujeres que han luchado por la igualdad de género. Sin embargo, los hombres también han participado en esta transformación.
Esto nos permitirá avanzar con pasos más largos para que las nuevas generaciones sean más libres y tengan la oportunidad de crecer en un ambiente donde la discriminación, el abuso y el sexismo estén completamente fuera de lugar. Proponer otro tipo de masculinidades promueve nuevos espacios para los hombres. En este sentido, implica un modo diferente de vivir y de relacionarse con las demás personas.

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