Deconstrucción y machismo

Por: Kharen Mata

La deconstrucción se ha vuelto una de las palabras más utilizadas en el argot del feminismo. “Deconstruir” parece que se refiere a “remediar”, “cuestionar”, “criticar”. Pero no está claro. “Deconstruir la masculinidad” es el concepto más repetido en cualquier discurso crítico con los modelos de ser hombre, pero pocas veces (o ninguna) nos hemos puesto a pensar qué significa.

Para aplicarlo al género, podemos recurrir a la célebre Judith Butler, que recoge la idea de deconstrucción para entender la artificialidad del género y realizar un desplazamiento en las prácticas corporales. Si lo aplicamos a la deconstrucción de la masculinidad, el concepto se refiere al proceso de cuestionamiento y crítica de los valores patriarcales aprendidos durante el proceso de socialización. Sería básicamente cuestionar los valores tradicionales asociados a la masculinidad: potencia viril, competitividad, paternalismos, etcétera, etcétera, etcétera. Pero recalco lo de “deconstruir valores”. Por ello hay que entender que no puede haber “hombres deconstruidos”.

Respecto a la masculinidad, la deconstrucción debería permitir visualizar los privilegios masculinos a través de dos procesos: uno hacia fuera y otro hacia dentro.

Hacia fuera, la deconstrucción, debería hacer que los hombres fuésemos conscientes de la invisibilización histórica de otras voces y nos llevase, por lo tanto, a la escucha como posición política. Tenemos que escuchar para entender cuánto daño han sufrido (y sufren) nuestras compañeras y el resto de colectivos oprimidos.

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