Karla Souza produce y protagoniza la película de AMAZON que muestra la violencia emocional, psicológica y sexual que se vive en los deportes de alto rendimiento.
Por: Mariana Palomo
“Sin duda constituye una forma de denuncia, ficcional, pero en la que se pueden reconocer muchas atletas, no solamente de la Federación Mexicana de Natación, sino de muchas otras federaciones”, declaró la periodista deportiva con perspectiva de género, Claus Pedraza.
La película protagonizada por la actriz mexicana Karla Souza representa una parte silenciada del deporte mexicano: la violencia y el acoso sexual dentro las instituciones deportivas por parte de entrenadores y atletas, con la historia de Mariel, una clavadista de alto rendimiento que lucha por ir a sus últimos Juegos Olímpicos mientras una de sus compañeras es presuntamente abusada por su entrenador.
Y es que esta historia no se queda en la ficción; en el 2005 el Comité Olímpico Mexicano realizó una encuesta sobre hostigamiento y abuso sexual en el deporte mexicano a 350 de sus atletas, evidenciando que el 87% de los encuestados habían sido tocados indebidamente, sin consentimiento y que además el 90.5% había recibido una propuesta sexual insistente y que el 16.3% habían sido violentados sexualmente, en la mayoría de los casos, por sus entrenadores.
El primer caso mediático en México, y en el cuál “La caída” basó su guion, es el de Azul Almazán, clavadista, quien públicamente denunció a su entrenador Francisco Rueda en el año 2000 y que tras veintitrés años del caso no ha tenido resolución ni castigo alguno para el supuesto abusador.
También existe el caso de Geovanella Fararoni, pesista veracruzana, quien entrenando en Puebla bajó la dirección de Emiliano Borrell fue supuestamente violentada por el mismo; la CONADE tras enterarse de la situación señaló a la pesista de indisciplinada.
Para tal caso Pedraza menciona que “reconocer los presuntos abusos implica reconocer sus propias omisiones, es decir reconocer que no contaban con las garantías para con los atletas de salvaguardar su seguridad y su integridad, y por el otro lado implica reconocer que no cuentan (las instituciones) con las herramientas para darle un adecuado seguimiento a estos temas”.
También es sabido que los protocolos ante la violencia sexual por parte de la CONADE y las federaciones deportivas no son públicos y que la mayoría de los casos de abuso y acoso sexual dentro de las instituciones se tratan de formas discretas y siempre bajo la voluntad, intenciones e intereses de quienes están al frente de ellas.
“La caída” es una representación fiel a este tipo de situaciones, muestra los abusos, los chantajes y la manipulación emocional que se presenta como amenaza a las carreras deportivas de los atletas que se ven envueltos en estas violencias, pues si representan un riesgo para la continuidad de sus éxitos como deportistas lo que lo vuelve un problema sumamente silenciado e invisibilizado.
La periodista con experiencia en perspectiva de género comenta que aún cuando la película podría servir para animar a las víctimas a alzar la voz, no es responsabilidad de las ficciones cinematográficas resaltar ni ejemplificar este tipo de situaciones para que la sociedad pueda empezar a problematizarlas.
Además menciona que “el problema es que esta inspiración que puedan encontrar estas mujeres en la película no va a encontrar instituciones sólidas, instituciones deportivas conscientes y sensibles a esta problemática y pues un poco se encontraran con los mismos vacíos que la película refleja para tratar estos casos”.
Es importante comprender a través de esta película, que no sólo existen los casos de Azul, de Geovanella, de las clavadistas mexicanas con denuncias anónimas, de las gimnastas estadounidenses, de las nadadoras artísticas que denunciaron violencias y abusos durante la pandemia, de Mariel y de Nadia, representadas en el film, ni de todas las víctimas que no podemos nombrar, sino que es un problema estructural, que necesita soluciones de la misma índole y que aunque se pueden representar en un filme como un caso aislado, no lo son y las estadísticas, aunque pocas, lo demuestran.
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