Por: Alejandra Alvarez
La mujer y su cuerpo han sido sexualizados bajo excusas como el entretenimiento y el arte, con discursos sobre cómo es necesario mostrar tal sexualización ya que según tiene importancia en una trama u obra, cuando no suele ser necesario. Dentro del deporte esto sigue presente, aunque su finalidad es solo exaltar como atributo sexual al cuerpo femenino, haciendo de lado las cualidades que una mujer deportista posee, presentándola con una imagen que no tiene relación a su carrera.
En algunos casos los tipos de atuendos o “uniformes” que se les impone usar no son de gran ayuda como se piensa, son extremadamente pequeños y el problema es cuando no se considera la comodidad de las jugadoras al momento de vestir tales vestimentas. O cuando se hace presente el famoso rol de género, que mientras los hombres visten playeras largas y pantalón o short, las mujeres suelen llevar faldas y la parte inferior de un leotardo o bikini más corta de lo que debería, para resaltar la “feminidad tradicional”.

La cosa es, si quieren vestir el uniforme de siempre, bien, si se deciden por algo más largo, también debería ser correcto. Mientras estén cómodas y dándolo al cien.
Lamentablemente si las deportistas tienen pensado usar ropa que las haga sentir a gusto fuera de cómo se dicta en el reglamento de vestimenta, las llegan a sancionar. Le pasó al equipo femenino noruego de balonmano de playa en 2021, quienes solo cambiaron el traje de baño por unas mallas cortas al considerar sexista la norma de no llevar una prenda que supere los 10 centímetros de largo. Recibieron la amenaza de una multa de 50 euros por persona y partido, que aumentaría cada juego, más otras penalizaciones sin especificar, viéndose forzadas a jugar con el bikini.
Teniendo en cuenta las ya claras desigualdades que existen en el mundo deportivo, es uno de los terrenos en los que la cosificación se hace más evidente. Basta con realizar una búsqueda rápida en Internet para verificar tal denigración, encontrando frases como “el mejor cuerpo” o “las más bellas”, e imágenes con ángulos que solo sexualizan el cuerpo de las deportistas, nada sobre el juego y la fuerza que ellas mismas trabajan para llegar a donde están.
Lo siguiente es que publicaciones de este tipo llegan a manos de los jóvenes y menores de edad, quienes empiezan a crearse la idea errónea de la mujer y que solo logra ser vista como un objeto sexual, no los logros ni el esfuerzo; en los chicos aprendiendo la escrupulosa mirada masculina, no siempre deseada. Y en las chicas un sentimiento de vergüenza por no cumplir el estándar ideal impuesto.
Necesitamos ser conscientes que las mujeres deportistas merecen el respeto tanto para ellas como para sus éxitos, hasta la fecha todavía les lleva más tiempo de visibilidad que a los hombres, y eso no cambiará si los prejuicios patriarcales siguen siendo aceptados en el deporte.
